Ciao ragazzi,
hoy cortito porque tengo las lasañas en el horno.
Una amiga está reformando su casa.
Entre momentos de incertidumbre hamleticos,
picos de estrés e
intentos de abandonos fracasados,
me escribe un mensaje, copio y pego:
“No sé si vale la pena meter un arquitecto, pero, por otro lado, un arquitecto tiene un ojo que yo no tengo”
Le dije que si se lo puede permitir, y conoce alguien de confianza, que llame a un arquitecto.
¿Capisci?
Grande clase.
No la mía, ¡La suya!
“No sé si vale la pena meter un arquitecto, pero, por otro lado, un arquitecto tiene un ojo que yo no tengo”
“No sé…” (saber que no sabes es un montón)
“Un arquitecto…” (el que sabe)
“Por otro lado…” (salir de la masa que razona así “No hace falta un profesional”)
“Un arquitecto…” (el que sabe)
“Un ojo que yo no tengo” (saber que no sabes es un montón)
Hizo el viaje del héroe.
(espera que controlo las lasañas)
Bien.
Si vendes algo, supongamos cualquier cosa, servicio, o directamente tu tiempo y conocimientos, tendrás que comunicar, con palabras, lo que vendes.
Es así, no hay escapatoria.
Puedes usar las imágenes más chulas del mundo, pero tarde o temprano tendrás que escribir unas frases para vender lo tuyo.
¿Vale la pena llamar a un copywriter?
(qué pregunta)
¿Un copywriter tendrá un ojo que tu no tienes?
(qué pregunta)
No se trata ni de escribir bonito, ni largo ni corto.
Se trata de apretar el botón del deseo o del pánico de tu potencial cliente.
Si te interesa, ya sabes: